

La final de Copa del Rey entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao ha vuelto a poner de actualidad los silbidos. En esta ocasión ha sido al himno de España, con el Rey presidiendo el encuentro desde el palco de Mestalla.
Sería difícil decir qué afición de las dos pitó con más fuerza y más seguidores. Es posible que los vascos fueran los que llevaran la voz cantante, ya que el campo estaba ocupado en tres cuartas partes por ellos. Sin embargo, desde la afición culé, también hubo una amplia representación que faltó al respeto a nuestro himno.
En los días anteriores a la final ya se había oído hablar de boicot. En esta ocasión, se ha actuado con timidez. Las autoridades han debido pensar que la mejor forma de actuar era no dando importancia a un hecho que todos sabíamos que iba a ocurrir. La única directriz que parece que dieron fue para Televisión Española. Sus cámaras no enfocaron ni al palco con los Reyes ni al campo donde formaban los jugadores. Prefirieron correr un tupido velo. Ojos que no ven, corazón que no siente.
Pero fuimos muchos los que escuchamos los pitidos. Una falta de respeto hacia todos los que nos sentimos identificados con España y que ahora nos sentimos dolidos. S
i pedimos respeto hacia la bandera y símbolos de otros países, también tenemos que exigirlo para nosotros mismos. Estoy seguro de que todos los que silbaron son los que luego se manifiestan en el País Vasco y Cataluña para ensalzar los valores patrióticos que ellos sienten por su himno. La diferencia está en que conocerán muchos de la historia de sus autonomías, pero la primera petición que deberían de hacer es la de no insultar a los que no piensan como ellos.
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