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El técnico Juande Ramos ha claudicado. Se ha dejado llevar por la inercia de la decepción que se hizo presente tras los seis goles que les metió el Barcelona en el Santiago Bernabéu hace dos semanas. En vez de luchar e intentar inculcar compromiso a sus jugadores ha hecho todo lo contrario. Se ha dejado llevar por la corriente derrotista. Y lo peor, es que la frontera que los separa del pasotismo es demasiado fina.
Casillas es un jugador al que cuesta reconocerle. Ha pasado de hacer milagros a hacer cantadas. Parece que está pensando en otras cosas. Sus errores en los últimos encuentros son imperdonables para uno de los capitanes del equipo blanco. Uno de los más valientes a la hora de hacer declaraciones y autocríticas. Porque en sinceridad sí que hay pocos que le ganen. No sería mala idea dar entrada a algún guardameta del filial para afrontar los dos partidos que faltan por jugar.
Raúl ha confirmado que ha desaparecido. Ya ni lucha por maquillar sus estadísticas con goles. Cada vez mide más sus esfuerzos. Sus 32 años le empiezan a pensar en el plano físico y en el psicológico. Son muchos años seguidos jugando al máximo nivel. Todos son conscientes de que sus mejores momentos ya están en la videoteca.
El único que parece resistirse a la histeria pesimista es Gonzalo Higuaín. El argentino comenzó desde el banquillo ante el Villarreal. Protestó la falta de criterio de su entrenador desde el campo, como hay que hacerlo. En los 45 minutos que jugó tras sustituir a Huntelaar, tuvo tiempo para marcar un gol y dar una asistencia. Es el máximo goleador de la temporada del Real Madrid. Espero que Juande no se lo recompense con el banquillo.
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