El equipo sólo estaba un punto por encima de los lugares que otorgan una plaza en la segunda división. Pero Míchel no se echó para atrás. Aceptó.Su primera prueba fue el Mallorca. La disposición de su equipo cambió por completo.
Cambiaron su concepto de mandar balones largos para aprovechar el rechace por otro más técnico. El Getafe empezó a jugar al toque. Prohibidos los patadones sin destino. El método de Míchel se hacía sentir en el juego azulón. Sin embargo, el mundo del fútbol no siempre es justo con los méritos y el equipo madrileña perdió 2-1, propiciado por los errores de su portero Stojakovic.
El pasado fin de semana llegó la auténtica prueba de fuego. El Getafe se jugaba tres puntos fundamentales ante un rival directo por la permanencia como es el Osasuna. Además, el banquillo viviría un duelo entre ilustres madridistas, ya que José Antonio entrenaba a los rojillos. Por fin, el resultado se decantó por el equipo que mejor propuesta futbolística realizó. El Getafe goleó al Osasuna (3-0) a base de gustarse.
La afición que acudió al Coliseum Alfonso Pérez disfrutó más en 90 minutos que en todo lo que llevaban visto de Liga. Jugó Adrián, su hijo, que hizó un buen encuentro hasta que el colegiado le expulsó de forma injusta.
Lo mejor del partido fue la resurrección de Granero, el jugador con más clase del Geta y que seguramente vuelva al Real Madrid la próxima campaña dentro del proyecto de Florentino Pérez. Este Getafe tiene muy buena pinta.
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