

Evidentemente, estas dos cualidades no están visibles en nuestros políticos si preguntáramos a cualquier ciudadano de la calle.
Laporta es don erre que erre. El próximo verano termina su andadura como presidente del Barcelona. Sin embargo, el poder de las portadas de los periódicos es demasiado goloso como para perderlo de un día para otro. Pues no. El bueno de Joan ha decidido convertirse en la bandera de los independentistas catalanes (que no nacionalistas) para reclamar los derechos de su nación. El presidente del Barcelona olvida que representa a un club con más de 100.000 socios de muy diferente procedencia, no sólo catalana. Olvida que muchos se sienten ofendidos y excluidos de un equipo al que profesan cariño y fidelidad por sus jugadores, no por sus presidentes. Los buenos aficionados culés lo saben y rezan para que llegue lo antes posible el verano.
Qué mejor muestra de lo que digo que las últimas declaraciones de Joan Laporta. A ver si se tranquiliza: “En estos momentos de dificultad, el Barça está brillando por encima de las instituciones del país y mucho más que los organismos que tiene la responsabilidad de gobernar el país; por ello, más que nunca, el Barça debe ser el espejo en el que se mire Cataluña. Cataluña de un tiempo a esta parte no ha avanzado nada, ha reculado. Hace falta que el país y los que nos gobiernan se inspiren en el Barça. Todo, porque Cataluña se ha de obsesionar con su plenitud”.
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