

La imagen parecía sacada de una escena de Ben Hur, sólo que las motos sustituían a las cuadrigas. La escudería del español protestó la acción, pero finalmente fue desestimada la descalificación de Simoncelli, al que sólo se le impuso una multa de 3.500 euros.
No es la primera vez que un piloto pone en peligro la vida de otro. Los aficionados parecen olvidar que a las velocidades a las que van cualquier mínimo imprevisto puede acabar con ellos en el suelo, provocando lesiones de gravedad. Hace cuatro temporadas, Jorge Lorenzo vivió una situación parecida cuando sacó de la pista a De Angelis en un acto imprudente propiciado por el exceso de ímpetu del mallorquín. En esa ocasión sí que hubo sanción y Lorenzo estuvo sancionado una carrera sin poder tomar la salida.
Simoncelli parece no tener remedio. Es una kamikace al que parece que le vale todo con tal de conseguir la victoria. La temporada anterior, el italiano varió la trayectoria y sacó sacó el codo a Kallio en la recta de meta para ganar. Pero no fue el único incidente.
También tuvo otro desagradable choque con Héctor Barberá que pudo terminar en un serio disgusto. Simoncelli cambió su tayectoria en plena recta a más de 300 kilómetros por hora provocando que el piloto valenciano estuviera cerca de caerse. También el año anterior se llevó por delante a Álvaro Bautista en un adelantamiento imposible en el circuito de Donnintong Park. Ya en la actual temporada, en el circuito de Jerez repitió la historia con Bautista otra vez como protagonista. Lo peor no es su actitud, sino la de las personas que se lo permiten y no le sancionan con la severidad que deberían.
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