

Ni Uruguay ni Ghana querían defraudar a su gente. Quizás por eso les quedó chico disputar 90 o 120 minutos y decidieron que la definición debía ser por penales para que los dos países sufrieran y gozaran del partido hasta el último minuto.
Un partido que comenzó con un golazo de los ghaneses en los minutos de descuento del primer tiempo, perfectamente ejecutado por Sulley Muntari desde larga distnacia. Pero a los 10 minutos del segundo tiempo, el partido fue empatado por el "Pichichi" Diego Forlán, en un momento del encuentro en que el delantero no estaba fino en la cancha.
Tras un arbitraje del irregular portugués Olegario Benquerenca, las selecciones debieron disputar el tiempo extra. En el último minuto de la prórroga, las manos del jugador uruguayo Luis Suárez impidieron un gol que implicó una roja directa para el delantero celeste y penal para Ghana.
Pero el fútbol iba a regalarle a los fanáticos del balompié una de esas mágicas situaciones que alegran a unos y entristecen a otros. Es que cuando Uruguay ya se despedía del Mundial, Asamoah Gyan marró el penal y permitió que los charrúas pudieran soñar con los tiros desde el punto penal, que finalmente iban a ganar por 4 a 2.
Después de dos atajadas del buen arquero uruguayo Fernando Muslera, "El Loco" Sebastián Abreu picó el balón, metió el penal decisivo y contagió de locura a tres millones de uruguayos que aún no paran de festejar esta entrada a semifinales.
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