

Lo mejor de todo es que sus aficionados son inmunes al dolor que provocaría tal situación a cualquier otro aficionado. Y lo peor es que no aprenden nunca la lección.
Deberían de exigir que las camisetas de su equipo que se venden en las tiendas oficiales bajen de precio. O mejor, que las regalen. Se han devaluado hasta límites insospechados. Pero los culpables no son los socios colchoneros, son los jugadores y la directiva. En este caso, además, el orden de los factores no altera el resultado de la suma.
Siempre la misma historia. Ganan un partido y ya piensan en ganar la Liga. Alguien debería recordarles que el título de la regularidad se gana a lo largo de 38 jornadas y casi nueve meses de competición, y no en 90 minutos de un solo día. "Aspiramos a todo", por compromiso o por ilusa convicción, siempre sale algún iluminado jugador del Atlético que en vez de poner mesura, humildad y sentido común a la más reciente historia de su equipo, se dedica soñar despierto, convirtiéndose en creyente de lo improbable. Como si los socios no supieran de qué va el tema...
Los enemigos del Atleti son felices con esa condición. Los rojiblancos siempre eligen la opción más divertida para sus rivales y la más dura para ellas. Detrás de cada derrota hay una mística, una nueva historia para recordar, casi cómica, que aumenta más su leyenda de pupas.
Imagen: uefa
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