

La eliminación en Champions League ante el CSKA de Moscú en octavos de final puso la señal de alarma en el sevillismo y se empezó a especular sobre la posibilidad de destituir al entrenador, Manolo Jiménez. En aquel entonces se decidió mantener al técnico aunque no se tenía todas consigo y la propia afición sevillista estaba dividida sobre la continuidad o no de Jiménez.
Pero la derrota en la jornada 27 de liga frente al Espanyol en Sarria (2-0) quizás aceleró todavía más la presión sobre el técnico, que parecía quedarse sin apoyos y sin recursos. Todo ello hasta que llego el Xerez, colista de Primera División, al Sánchez Pizjuán y empató en el último minuto. Esto ya fue la gota que colmó el vaso y el fin de la paciencia del presidente sevillista que confirmó lo que se venía tramando desde la eliminación en Champions: Jiménez destituído como entrenador del Sevilla.
Decisión precipitada, ya que en mitad de temporada no suele ser buen momento para cambiar el rumbo de la dirección técnica desde el banquillo de ningún club. El Sevilla es quinto y tiene al Mallorca como rival por el cuarto puesto de Champions (a priori, no tendría que tener problemas para conseguir esa plaza, uno de los objetivos de la temporada). Seguramente Jiménez lo hubiera conseguido, así como el que venga en su lugar (que podría ser Luis Aragonés).
Asimismo, el Sevilla está en la final de la Copa del Rey, merito cosechado por Manolo Jiménez, que podría haber concluído la temporada clasificando al equipo para Champions y ganando la Copa del Rey: ¿tan mala habría sido la temporada, Del Nido, como para destituir al entrenador?
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