Pero cuando le ves jugando de titular muchas veces te entran ganas de traspasarle por la indolencia que exhibe. Su técnica es perfecta, comparable con la de Zidane. Golpea muy bien el balón, sobre todo en las jugadas a balón parado, en la que esta temporada ya ha marcado dos tantos. Pero sobre todo, ve el fútbol mejor que nadie. Su último pase le convertirá en leyenda del Real Madrid el día que decida colgar las botas.
En el partido que el sábado decidirá la Liga Guti no va a estar. Un inoportuno esguince de tobillo producido en un choque con Dudek le hará perderse el clásico. Su figura se engrandece cuando no está. Juande Ramos tiene un buen problema con la baja del 14. No hay nadie en el equipo blanco que reúna el mismo perfil que el centrocampista de Torrejón. Si el partido se les pone feo a los madridistas, no hay un revulsivo que sea capaz de girar la inercia del resultado.
Es lo que tienen los genios. Pueden salir pitados del estadio un encuentro, pero cuando comienza el siguiente al que pitas es al entrenador como no le ponga en el once titular. Los aficionados, desde las gradas o frente al televisor, recordaremos qué sería del desarrollo del partido si Guti hubiese sido uno de los protagonistas del choque. Seguro que Guardiola, entrenador del Barcelona, respira tranquilo. Se ha quitado un dolor de cabeza que no se quita con Ibuprofeno. Si Guti hubiese tenido el día, nada ni nadie le hubiera podido frenar.