

España salió con la intención de anular a las dos principales estrellas alemanas: el MVP de la final de la NBA, Dirk Nowitzki, y Chris Karman. La gran defensa de los de Scariolo permitió controlar el partido durante toda la primera mitad. Y eso a pesar de que Gasol se seguía resintiendo de sus dolencias y no pudo aportar ningún punto en esta primera mitad. España se sentía superior, pero no terminaba, al igual que ha sucedido en otros partidos, de distanciarse de Alemania.
En esta primera mitad, el hombre más destacado fue un soberbio Marc Gasol, que cogió los galones y estuvo a un grandísimo nivel, imparable para los jugadores germanos. La segunda parte comenzó con los nuestros muy entonados, con la clara intención de sentenciar el partido. A ello ayudó Pau, al que el descansó le sentó mejor que a nadie y que se puso en plan estrella de la NBA: puntos (19), rebotes y mucha intimidación. Eran los mejores minutos de España, que parecía que podía decantar el partido para su lado, pero como contra Turquía, los nuestros volvieron a estar espesos en ataque y con varios fallos permitieron acercarse a los alemanes. Ese punto que siempre ha ofrecido España, que le llevaba a sentenciar los partidos en cuanto cogía una pequeña ventaja, es el que le está faltando.


El último cuarto comenzaba con la sombra de lo sucedido contra los turcos e incluso Alemania se ponía delante en el marcador (57-56). Por fortuna, España tenía aprendida la lección y serenó su juego, supo jugar con sus hombres altos y con tranquilidad fue cogiendo una ventaja suficiente para llegar al final con tranquilidad. Y eso a pesar de un Ricky Rubio que durante varios minutos estuvo totalmente perdido en la defensa y permitió cómodas canastas de los alemanes. Al final 68-77 y sensación agridulce en el juego español. Una nueva victoria mañana viernes contra Serbia nos clasificaría para los cuartos de final.