

A pesar de estos datos tan desoladores sus seguidores tienen motivos para ilusionarse. Desde que se implantó el actual sistema de competición, concretamente desde que se implantó la segunda fase más conocida como “Top 16”, el Real Madrid nunca ha tenido resultados tan positivos. Por fin, y tras varios años rozándolo, los de Concha Espina tendrán ventaja de campo en el último escollo antes de la ansiada Final Four, los fatídicos cuartos.
Messina ha conseguido hacer un bloque no sin polémica. Ha tenido que tomar decisiones complicadas como prescindir de un Garbajosa venido a menos y dar confianza a la joven promesa de la cantera Nikola Mirotic en detrimento del también prometedor Novica Velickovic falto de confianza.


El equipo se sustenta en una defensa asfixiante y un juego en estático muy trabajado. A los rivales les cuesta mucho encontrar posiciones claras de tiro gracias a los continuos cambios defensivos que practican los de Messina, ayudas por las que fue criticado el año anterior pero que parece que empiezan a dar sus frutos.
La base del equipo sigue siendo prácticamente la misma. Lull y Tomic son los líderes de un equipo que tiene una segunda unidad profunda. Tucker, Prigioni, Fisher, Rodriguez o un Reyes que ha aceptado un rol menos protagonista son los actores secundarios perfectos para el entrenador Italiano.
Ahora en cuartos espera presumiblemente el Fenerbahce a expensas de lo que pase esta noche. Las estadísticas no mienten, en el 90% de las ocasiones pasaron la eliminatoria de cuartos los equipos con factor cancha a favor. Con este Madrid y las estadísticas bajo el brazo el infierno turco no quema tanto.