

Lo realmente llamativo fue que el ciclista de Pinto fue el único que tuvo las agallas necesarias como para atacar en la subida final.
Contador tenía muchas sensaciones amargas en su interior que necesitaba darlas salida de alguna forma. El año pasado no pudo disputar el Tour debido a que el Astaná no pudo competir por estar inmerso en tramas de dopaje. Este año también cuenta con el enemigo en su propia casa, como lo demuestra Lance Armstrong, que sólo piensa en conseguir su octavo Tour aunque no sea el que esté más en forma. El director del Astana habla una cosa pero luego actúa de otra. Si otorga el liderato al español, sin embargo prepara estrategias que le perjudican para favorecer al estadounidense.
Pero a falta de tres kilómetros para el final de la etapa, Alberto Contador apretó los dientes y saltó del pelotón principal. Nadie le pudo seguir. La dureza con la que atacó era una muestra de que el corredor a batir es él y nadie más. A golpe de pedalada empezó a abrir un hueco que le llevó a aventajar en 21 segundos al grupo de perseguidores. Ahora, el ciclista madrileño queda situado a sólo seis segundos del nuevo líder. Sin embargo, para todos los analistas, él ya está vestido de amarillo porque nadie parece estar en disposición de frenarle. Habrá que estar atentos para comprobar si las magníficas sensaciones que ha demostrado son reales o no.
Imagen: Bajo licencia CC
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